miércoles, 18 de noviembre de 2009

La incultura evangelica actual - Parte 3

Escrito por Ricardo del foro de Iglesia.net

En el Londres de la segunda mitad del Siglo XIX existía una cultura de la predicación, de modo que los londinenses podían elegir entre varias posibilidades excelentes de escuchar el domingo un buen sermón, aunque en el último tramo fuese marcada la preferencia por Spurgeon en el Tabernáculo Metropolitano.

En el siglo anterior, John Wesley y George Whitefield podían predicar largamente sin que nadie se aburriese, y lo mismo Jonathan Edwards en la americana Nueva Inglaterra. Pero si Dios los enviara ahora a predicar en los púlpitos de nuestras grandes ciudades, en un español bien castizo y hasta con entonación local, en el mismo estilo y tan largamente como estaban acostumbrados, serían abucheados por nuestra gente o en el mejor de los casos acabarían predicándole a los bancos.

Es que existe entre nosotros una falta de cultura de la predicación. Estamos acostumbrados a mensajes cada vez más cortos, con menor exposición de las Escrituras, inocuos, y que de ser posible entretengan con alguna electrizante anécdota o diviertan con los últimos “chistes cristianos”.

En mi vida he tenido que declinar a veces invitaciones a predicar, pues conociendo la congregación, sabía de que no tenían la disposición de que Dios les hablara a través del mensaje. Además, nunca serví para dejar satisfecho a mi auditorio diciéndoles lo que les gustaba oír. Conociendo al Señor y como es que el Espíritu Santo actúa, siempre temí que me hiciera decir lo que no había previsto decir.

Frecuentemente he sido yo el primer sorprendido por lo que dije y como lo dije. Pero también sé que si no le soy fiel, Él podría hacerme pasar la mayor de las vergüenzas desde el mismo púlpito. Tengo temor de Dios en cuanto a lo que digo, en como lo digo, y sobretodo, a lo que pueda callar.

Ya veremos como en los tres otros aspectos (y ya vimos también el segundo), nuestra gente no está preparada para hacer las cosas como deberían de hacerse, pues a otra modalidad se han ya acostumbrado.

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